Con el artículo que utilizaremos para esta tarea se retoma el contexto de la pandemia del COVID-19 en el que ya vimos, con el estudio de Digilab 2020, que los hábitos de consumo de la sociedad en aquel momento cambiaron y el medio más consumido para acceder a la información fue la Televisión seguida muy de cerca de Internet.
La
sencillez con la que en el medio digital es posible tanto acceder a la
información como comunicarla es, sin duda, lo atractivo y a la vez su
talón de Aquiles y, muy ad hoc con la temática de la lectura, la
información viral supone un riesgo grave que puede modificar conductas y
arraigar ideas capaces de producir importantes consecuencias, como el caso del estudio fraudulento en 1998 de Andrew Wakefield sobre las vacunas y el autismo que mermaron la confianza de la sociedad en la vacunación llegando hasta nuestros días, investigación que, por cierto, fue publicada en una revista científica.
Quizás me equivoque, pero me atreveré a ubicar en la segunda definición el caso del pre-print
que presenta la lectura de la tarea. Posiblemente, lo que sí hubo
fue cierta falta de responsabilidad al tuitearlo en la cuenta oficial del
repositorio (que aceleró su propagación), además de utilizar expresiones como, “Uncanny similarity”,
“fortuitous in nature”, “astonishing”, “unexpectedly” que, como señala
el artículo, parece que pretenden promover ciertas teorías conspiratorias sobre
la intervención humana en la creación del virus, sin prestar especial cuidado al tipo de ciencia mediática que se estaba difundiendo.
Respecto al valor de los pre-prints es complicado establecer una sola idea, pudiendo extenderlo también a la disyuntiva sobre la libertad de publicación digital por cualquier persona, ya que de no ser así se iría en contra de la libertad de información y de expresión, amén de lo que pudiera suponer “censurar” una reciente investigación y no permitir una publicación más rápida.
Sin embargo, también concuerdo con las conclusiones del artículo cuando, muy acertadamente, nos hacen ver las diferencias entre las mentes de los científicos y las mentes de los ciudadanos de a pie. Los primeros tienen esa capacidad para tomar con cautela una investigación que no ha pasado la revisión por pares, los segundos y los medios de comunicación nos dejamos llevar por el sensacionalismo.
Pero, por otra parte, debemos, como también muestran en el artículo, cuestionar si la revisión por pares es tan necesaria como pretenden hacer creer las revistas científicas (o es solo negocio), ya que, como se ha visto con la investigación fraudulenta de Wakefield, no resulta un método 100% fiable y, como también ocurrió con el pre-print, la reacción de la comunidad para conseguir su retirada del repositorio fue prácticamente inmediata, dejando en evidencia que tampoco son imprescindibles.
Hablando en primera persona, yo misma antes de iniciarme en este curso no sabía lo que era un pre-print ni una revisión por pares.
En mi opinión, si los ciudadanos estuviéramos más informados sobre cómo funcionan las publicaciones de las investigaciones y la investigación científica en sí misma (tiempos más lentos que los del periodismo) sabríamos diferenciar con más facilidad un estudio que sí se sostiene de otro, fruto de una investigación débil o sesgada.
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